domingo, 23 de junio de 2013

La 'regla de los cinco segundos' y otras falsas creencias sobre la comida que cae al suelo

En Estados Unidos está muy extendida la 'regla de los cinco segundos' por la que antes de ese tiempo sí podría consumirse.
   
No hay base científica en nada de esto.
   
La ciencia recuerda que patógenos como salmonella tienen capacidad de sobrevivir en superficies secas hasta cuatro semanas.
   
Puede transferirse a los alimentos con el contacto inmediato.
   
El riesgo de contaminación depende del alimento y de la superficie.
  
Hay disparidad de criterios entre alimentos húmedos y secos.

A veces ocurre que un alimento se nos cae al suelo en casa. La duda está en que si lo recogemos según ha caído, ¿se puede consumir? ¿se habrá contaminado lo suficiento como para tirarlo a la basura? En algunos países, incluso, existen ciertas creencias como la regla de los cinco segundos (creencia muy extendida en EE UU). Según esta, si un alimento cae al suelo y se ingiere en menos de este tiempo, no hay riesgo de contaminación microbiana. Como toda opinión de esta naturaleza, no está fundamentada en criterios académicos ni científicos.

Otra afirmación similar, más habitual en países como Rusia, cuenta que "si se recoge de forma inmediata, no se considera que ha caído". El sentido es similar a la anterior. Sin embargo, varios estudios realizados en este campo prueban que sí hay riesgo y que este depende de factores como la superficie (baldosas, alfombras o superficies de cocina) y las bacterias que en ella habitan. Desde Consumer explican qué dice la ciencia, refleja la disparidad de criterios y destaca la importancia de la higiene para hacer frente a los posibles riesgos.

Investigaciones universitarias, como la desarrollada por un grupo de expertos de la Universidad de Clemson, en Carolina del Sur, tiraba por los suelos la teoría expuesta en la regla de los cinco segundos. Según este análisis, la norma debería ser la de los "cero segundos", ya que patógenos como salmonella tienen capacidad de sobrevivir en superficies secas hasta cuatro semanas y de transferirse a los alimentos con el contacto inmediato. El riesgo depende también de otros aspectos como la humedad, la naturaleza de la superficie (porosa o impermeable) y el tipo de alimento: tiene menos riesgo de contaminación uno seco que otro que contenga agua.
Disparidad de criterios

En otro intento por demostrar las debilidades del mito, un grupo de expertos de la Universidad de Illinois analizó el riesgo de contaminación por E.coli en suelos con azulejos, cuando caían sobre ellos manzanas (alimentos "húmedos") y dulces (secos). Para la investigación, los expertos dejaron caer los alimentos durante intervalos de cinco, diez, treinta y sesenta segundos. Transcurrido este tiempo, los limpiaron y los colocaron en placas de agar para realizar un cultivo de posibles bacterias.

Pero esta vez los resultados fueron más inesperados: se detectaron bacterias en rodajas de manzana que habían estado en el suelo más de un minuto. De ahí que los expertos admitan que se puede "esperar" al menos 30 segundos para recoger alimentos húmedos y más de un minuto en el caso de los secos antes de que se contaminen con bacterias.

En otra investigación, en cambio, se comprobó que, tras esterilizar los azulejos, inocularlos con E.coli y colocar 25 gramos de galletas durante cinco segundos, el patógeno se transfiere al alimento, una contaminación que demuestra que los microorganismos pueden pasar de la baldosa al alimento en este tiempo. En la Universidad Estatal de San Diego, en un intento de explicar si la creencia popular se demuestra con criterios científicos, detectaron gérmenes en zanahorias y biberones antes de cinco segundos. En esta ocasión, los expertos utilizaron zonas de la cocina como el fregadero, la encimera o la mesa, así como baldosas y alfombras. El área más contaminada, según los expertos, fue la encimera, seguida de las alfombras.

En el mismo estudio, se analizaron las tronas de los niños y las bandejas donde se depositan los alimentos. En comparación con otras superficies, como las encimeras, contenían más gérmenes. Esto demuestra que hay algunas zonas de la cocina, como el pomo de la puerta de la nevera, los grifos e, incluso, los interruptores de la luz, que no se desinfectan con la regularidad necesaria para eliminar posibles contaminaciones.

Para que los microorganismos puedan desplazarse de un lugar a otro necesitan un medio que se lo permita. Esta transferencia, que se denomina contaminación, es posible a través de las manos, las superficies, los alimentos e, incluso, animales. Para crecer y multiplicarse, un microorganismo necesita comida, agua, tiempo y calor. Una bacteria puede duplicarse en 15 minutos, aunque no todas son nocivas, ya que algunas tienen que alcanzar altos niveles para ser perjudiciales, mientras que otras incluso en un número muy reducido pueden provocar enfermedades.

En la cocina, cuando se habla de evitar contaminaciones y de prevenir la acción de bacterias, virus y gérmenes, deben tenerse en cuenta aspectos como la limpieza de todas las superficies, una cocción adecuada y evitar la contaminación cruzada. Una correcta limpieza pasa por:

    Utilizar agua caliente y detergente.
    Fregar con fuerza utensilios y superficies para eliminar cualquier resto de suciedad.
    Enjuagar con agua caliente.
    Lavarse las manos cada vez que se cambie de alimento.


Via .20minutos.es

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