sábado, 6 de mayo de 2017

Los cinco síntomas de la apendicitis (además del dolor abdominal)

Si no se trata en el quirófano, y el órgano llega a estallar, puede ser mortal. Por eso los médicos suelen extirparlo antes de que suceda

Cuando nos empieza a doler la tripa, cuando el calvario no cesa, lo primero que nos viene a la mente es la apendicitis. Aunque no sea una afección tan común (20 casos por cada 10.000 habitantes al año), la sociedad española está muy familiarizada con la enfermedad. No obstante, el apéndice suele pasarnos desapercibido y tan solo tomamos consciencia individual cuando algo ahí dentro estalla.

La apendicitis ocurre cuando el órgano en cuestión, el apéndice, un saco en forma de gusano (de unos 8 o 10 centímetros de longitud) que se encuentra entre los intestinos grueso y delgado (en la parte inferior derecha del abdomen), se inflama.

Si llega a estallar, puede ser mortal. Por eso, los médicos suelen extirparlo antes de que suceda. En ese caso, ¿viviremos peor?, ¿será como si nos quitasen un riñón? Curiosamente, nadie sabe con seguridad para qué sirve el apéndice. Se dice que podría ser un vestigio de nuestro pasado herbíboro. También hay estudios recientes que sostienen que su principal función es la de albergar bacterias que regulan la flora intestinal. Otros sugieren que, durante la niñez, el apéndice enseña al sistema inmunitario intestinal a distinguir entre patógenos a los que debe atacar y alimentos inocuos a los que debe ignorar. Lo que está claro es que podemos vivir sin él, sin consecuencias aparentes. Nadie necesitará jamás un trasplante de apéndice.

Su forma es la razón de su peligrosidad. Es el único órgano del tracto intestinal que no tiene salida, por lo que cualquier obstrucción en el drenaje de la mucosidad hace que esta se acumule y, por tanto, se produzca la temida inflamación. ¿Quién decía que todo nuestro cuerpo estaba diseñado de manera inteligente? ¿Por qué un órgano tan peligroso y desechable ha podido sobrevivir a la evolución? Las causas de esta obstrucción pueden ser el aumento de tejidos linfáticos (por infección viral o bacteriana) u otras circunstancias más complejas como tumores o lombrices intestinales.

Si no se trata en el quirófano (con un tratamiento denominado apendicetomía), y estalla, derramará materiales infecciosos en la cavidad abdominal. Esto puede producir peritonitis, que podría ser mortal a menos que se contrataque rápidamente con antibióticos fuertes. En cualquier caso, la intervención va seguida de un periodo de recuperación.

Dolor abdominal

La historia clásica de la apendicitis, la que todos sabemos, es que comienza con un dolor cerca del ombligo que luego se va moviendo gradualmente hacia la parte inferior derecha del abdomen, donde se encuentra el apéndice. De darse el caso, la palpación del abdomen sería muy dolorosa, y este se agrava cuando el paciente tose, intenta andar o hacer cualquier movimiento brusco con el cuerpo. El dolor es, de lejos, el síntoma más común de apendicitis.

No obstante, según Daniel Herron, jefe de la división del departamento de Cirujía en el Hospital Monte Sinaí de Nueva York, ese dolor tan solo aparece en la mitad de los casos y existen otros síntomas que se deberían tener en cuenta. Cuanto antes se identifica, más fácil será de tratar: “Aunque clásicamente se piensa que si tienes apendicitis hay que pasar por la sala de operaciones, hay un creciente interés en el tratamiento temprano con antibióticos”, dice Herron en la revista 'Prevention'. Por eso, es tan importante consultar a su médico si tiene estos otros síntomas, además del dolor abdominal:

Pérdida de apetito

Si eres de los que engulles con el desayuno (la comida o la cena) y de repente no puedes ni con la primera tostada, tu estómago te puede estar diciendo algo. La anorexia -el término médico para la falta de apetito- está presente entre un 74 y un 78% de los pacientes.

Vómitos

Junto con la pérdida de apetito, los mareos, las náuseas, los vómitos y la pérdida de apetito, suelen venir a la vez después del inicio del dolor abdominal. Pero, al ser unos síntomas muy inespecíficos, es fácil confundirlos con, por ejemplo, una gastroenteritis. Cuando van asociados al patrón del dolor abdominal (que migre al cuadrante inferior derecho) la apendicitis es muy probable. Las nauseas están presentes en un 61-92%.

Diarrea

Cualquier cosa que cause inflamación gastrointestinal interferirá a nuestra digestión. Es por eso que, aunque no sea una señal muy común, algunos pacientes que sufren de apendicitis van más al baño que de costumbre. No es tanto una diarrea en sí, sino un aumento de la frecuencia de la evacuaciones.

Fiebre (37,2-38,8 ºC)

La fiebre puede ser la manera de nuestro cuerpo de decirnos que algo malo está pasando. En el caso de que sea apendicitis, podría ser una señal de que hay que ir al hospital. No suele darse excepto en casos graves o en niños y ancianos.

Malestar general

Más allá de los problemas de estómago, los pacientes suelen informar de una sensación general de malestar. Los médicos reciben quejas indefinidas como: “No me siento bien”. Después de todo, conoces tu cuerpo mejor que nadie, así que, si dudas, acude a tu médico.
¿Cómo prevenirla?

    Una dieta rica en fibra (frutas, verduras y cereales integrales) facilita un mayor movimiento en nuestro sistema digestivo.

    Durante el tratamiento, sobre todo en las fases iniciales, es importante la ingesta de anitbióticos para prevenir la proliferación de microorganismos que puedan ser responsables de infecciones.

    Evita el estrés y procura descansar.

Via .elconfidencial.com

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